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FUNDACIÓN IGNACIA RENUEVA COMPROMISO DE LA VOLUNTAD TESTAMENTARIA DE FUNDADORA

El 9 de abril de 1925, doña Ignacia Rodulfo y López Gallo Vda. de Canevaro dejó un legado que trascendería generaciones. Nos referimos a su testamento, en el que plasmó su deseo de destinar sus bienes a la asistencia y bienestar de los más necesitados, estableciendo así los cimientos de la Fundación Ignacia, una obra que, 100 años después, se ha erigido como una de las instituciones de ayuda social más importantes y antiguas del Perú.

Con ocasión de la conmemoración del centenario del testamento, la Fundación Ignacia renovó el cumplimiento de la voluntad testamentaria de la fundadora, reafirmando su responsabilidad de preservar su legado y continuar su labor con la misma dedicación y espíritu de servicio, trabajado incansablemente para preservar sus valores de caridad cristiana y servicio, tal cual lo viene realizando hace un siglo.

 DOCUMENTO NOTARIAL

Así como hace 100 años doña Ignacia suscribió su testamento ante el notario de la época Manuel R. Chepote, esta vez la Junta de Administración de la Fundación Ignacia hizo la renovación del compromiso testamentario, así como la ratificación de aceptación de cargo, ante la notaria María Mujica Barreda.

En este documento notarial la Fundación Ignacia reafirma que es una institución privada, de inspiración religiosa, católica, apostólica y romana, precisando que es una organización autogestionaria, que no percibe recursos de entidades públicas o privadas, nacionales, extranjeras o internacionales. Asimismo, puntualiza que es una institución que se autocontrola, a través de la auditoría de sus estados financieros a cargo de firmas auditoras de primer orden.

Reitera que la finalidad de la fundación es la realización de obras de caridad y beneficencia cristiana, y que las subvenciones para las obras se aprueban por la Junta, conforme a proyectos debidamente sustentados técnica y económicamente.

Como testigos de este compromiso de la Fundación Ignacia figuran representantes de las obras beneficiarias: la Iglesia de San Pedro, el Puericultorio Pérez Araníbar y el Asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados.

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FUNDACIÓN ENTREGA “PREMIO IGNACIA”

En el marco de la serie de actividades que se vienen realizando durante el año jubilar por la conmemoración de los 100 años de la Fundación Ignacia, dicho institución ha instaurado los “Premio Ignacia” para destacar, reconocer la dedicación, esfuerzo y legado de quienes han trabajado incansablemente por el desarrollo de las personas, la caridad cristiana y la asistencia a los más necesitados.

Precisamente, durante la presentación del libro “Ignacia Rodulfo y la Fundación Ignacia. Una vida de compromiso y una institución centenaria”, se entregaron los dos primeros “Premio Ignacia”.

El primero de ellos fue para el Deán emérito de la Catedral de Lima, monseñor Octavio Casaverde Marín, por su profundo compromiso con la misión religiosa de nuestra labor ha sido fundamental, así como su importante rol en hacer realidad la publicación del libro que hoy presentamos, contribuyendo así a la preservación y difusión de nuestro legado.

Asimismo, se le entregó al historiador Fernando Armas Asín, en reconocimiento a su invaluable labor de investigación y difusión histórica, rescatando la vida y el legado de Ignacia Rodulfo, cuya obra de caridad trasciende en el tiempo, inspirando a futuras generaciones.

PALABRAS DE MONSEÑOR CASAVERDE

En representación de monseñor Víctor Casaverde recibió el premio monseñor Víctor Solís Alfageme, miembro de la Junta de Administración de la fundación y actual Deán de la Catedral de Lima, quien leyó un mensaje del premiado.

En la misiva expresó su profunda admiración por el legado de fe cristiana de doña Ignacia destacando que ella, prácticamente, declaró como herederos de sus bienes a los pobres. Precisó que, para realizar esta ayuda, la señora Ignacia creó la fundación que, en los 100 años de su existencia, ha ejecutado y está ejecutando con fidelidad la voluntad de su fundadora.

“En los 15 años que tuve el honor y privilegio de participar en la junta, pude admirar y ver con mucho amor el trabajo de la fundación, que lo realiza con una ejemplar transparencia y amor a los pobres, lo cual hace que la fundación sea una extraordinaria institución benéfica y caritativa, siempre fiel a la voluntad de la fundadora”, remarcó.

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PRESENTAN LIBRO SOBRE VIDA Y LEGADO DE IGNACIA RODULFO Y LABOR DE LA FUNDACIÓN EN UN SIGLO DE EXISTENCIA

La capilla de la Penitenciaria de la Iglesia de San Pedro, en el centro de Lima, fue el escenario ideal para la presentación del libro “Ignacia Rodulfo y la Fundación Ignacia. Una vida de compromiso y una institución centenaria”, escrita por el historiador Fernando Armas Asín, donde el autor rinde homenaje a la vida y legado de nuestra fundadora, doña Ignacia Rodulfo y López Gallo, destacando su entrega a la caridad cristiana y la trascendencia de la fundación que creó hace una centuria.

La presentación de esta importante obra, convocada por la Junta de Administración de la Fundación Ignacia, forma parte de la serie de actividades conmemorativas que se desarrollarán durante el 2025 por los 100 años de nuestra institución.

La presidenta de la junta de administración, Dra. Pilar Freitas, indicó que, gracias a la investigación plasmada en este libro, ahora se puede conocer con claridad el carácter e importancia del legado de doña Ignacia, así como su impacto en el tiempo.

“Sus creencias y convicciones personales en torno a la caridad cristiana y el amor al prójimo, han permitido que la Fundación establezca sus sólidos principios y reglas éticas, como sus valores y postulados, guiando así su conducta y decisiones, adaptándolas a los tiempos cambiantes. Es así como se ha evolucionado permanentemente hacia la protección de los derechos de sus beneficiarios”, expresó.

Destacó, asimismo que este libro representa la materialización de un antiguo anhelo de la Fundación Ignacia, obra que coincide con la conmemoración de los 100 años de creación de la primera fundación existente en el Perú.

HABLA EL AUTOR

A su turno, el autor de la obra Fernando Armas Asín, señaló que la razón de ser de este libro es celebrar, por un lado, el centenario de la Fundación Ignacia y, por otro lado, conocer la historia de doña Ignacia Rodulfo, quien hizo posible la creación de esta novedosa institución en 1925, así como entender por qué ella continúa vigente.

“La Fundación Ignacia ha enfrentado muchas vicisitudes: crisis económicas nacionales y mundiales, la violencia política de fin del siglo XX, la acelerada urbanización del país, la política intervencionista del Estado, entre otras. Pero un siglo después continúa, fiel al mandato de su fundadora, cumpliendo en apoyar a niños, ancianos y enfermos de Lima y el Perú”, afirmó.

Anotó que la importancia del libro estriba en que es un texto que debe ayudar al autoconocimiento de la institución, a que la sociedad en su conjunto conozca a Ignacia Rodulfo y procuremos su idea: luchar por una sociedad mejor.

 PANELISTAS

Previamente, hicieron uso de la palabra los panelistas Fernando Portocarrero Suárez, profesor principal del Departamento Académico de Ciencias Sociales y Políticas, y miembro del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico; la doctora Margarita

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Fernando Armas. Ignacia Rodulfo y la Fundación Ignacia. Una vida de compromiso y una institución centenaria. Felipe Portocarrero Suárez

El libro que comentamos reconstruye de una manera prolija y sólidamente documentada el comportamiento altruista de una de las más destacadas mujeres filántropas peruanas. Una figura que hizo del compromiso social hacia los más vulnerables su principal propósito de vida: María Ignacia Francisca Rodulfo y López Gallo. Entre la segunda mitad del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX, período durante el cual se desarrolla su fecunda biografía, los valores religiosos del catolicismo hicieron que Ignacia encontrara en las prácticas caritativas y en la ayuda a los menos afortunados una forma de trascender las limitaciones de nuestra humana mortalidad. A la largo de cinco capítulos, Fernando Armas logra una notable contribución al poco explorado campo de la historiografía peruana referido al comportamiento altruista y a las prácticas filantrópicas inspirados en la religión católica.

El autor presenta una lograda síntesis biográfica de Ignacia Rodulfo, desde sus primeros años hasta su fallecimiento en París a los 75 años de edad, dejando su patrimonio al servicio de lo que había inspirado su dilatada vida: las obras de piedad y la beneficencia. Estamos frente a una singular dama católica, cuya discreta trayectoria vital se inscribe en el cuadro más amplio de los procesos políticos y sociales del Perú decimonónico, incluida la Guerra del Pacífico (1879-1893) que abatió y empobreció, con una dureza inusitada, la vida de los peruanos de la época. La reconstrucción de la vida de sus padres y hermanos, de sus dos matrimonios, de las redes familiares y de los debates acerca del papel de la Iglesia Católica en la sociedad, forman parte del bien logrado escenario histórico que nos presenta Fernando Armas.

Asimismo, concentra su atención en las cláusulas testamentarias que dieron origen a la creación de lo que con el correr del tiempo se convertiría en la centenaria Fundación Canevaro, la que, según se nos dice, fue un “adelanto práctico para su tiempo” (sic.). Las complejas regulaciones contenidas en los Códigos Civiles de 1852 y 1870 -y más adelante el de 1936 y el de 1984-, dan cuenta de los diversos obstáculos normativos y jurídicos que la voluntad póstuma de la finada hubo de sortear para plasmar su propósito de crear una fundación con hondas raíces religiosas. Particularmente interesante es el acápite dedicado a lo que podríamos llamar en términos modernos la gobernanza de la Junta, a la composición de sus miembros y a las no siempre fáciles relaciones con la burocracia del Estado, sobre todo en lo concerniente a materias tributarias.

Fernando Armas aborda la gestión económica a lo largo de un siglo de vida institucional de la Fundación Ignacia. Se trata de una sección abundante en información cuantitativa y en el análisis de los avatares que hubo de atravesar la institución a lo largo de varias décadas. Durante la segunda mitad de la década de los años veinte, la gestión económica y administrativa realizada por la Junta y el Banco de Perú y Londres tuvo como objetivo cumplir con la voluntad de la finada, e incluso se contrató a una consultora para revisar las cuentas de esta última entidad financiera y mejorar su desempeño financiero. La gran depresión de 1929 impactó duramente a la fuente de ingresos de la Fundación al generarse una disminución de entregas monetarias por parte de algunas empresas, acumularse deudas impagas por el alquiler de varios inmuebles, caídas en las rentas generadas por los fundos agrícolas y, en general, al impacto que la aguda recesión productiva generó en la economía peruana.

Superada la crisis económica (1929-1933), desde este último año y hasta inicios de 1950, las finanzas de la Fundación se estabilizaron y la gestión patrimonial rentabilizó mejor sus activos inmobiliarios y agrarios, no obstante la presencia de un bache producto del terremoto de 1940. Puede decirse que la Fundación se adaptó bien a los cambios que se estaban generando en Lima como resultado del proceso de urbanización que comenzaba a despegar, proceso cuya velocidad se volvería exponencial en las décadas siguientes. Los diversos gobiernos y alcaldes de Lima que se sucedieron durante los años posteriores produjeron que la Fundación experimentase una profunda transformación en su estructura patrimonial, tal como lo ilustran los casos de los fundos Mendoza y San Juan, cuyas vicisitudes dan cuenta de los turbulentos años transcurridos sobre todo durante la Junta Militar de Gobierno con las continuas expropiaciones de terrenos y los subsecuentes litigios judiciales. Transparencia en la gestión económica y buen criterio en la gestión financiera caracterizan, según el autor, estas décadas difíciles y complejas, pese a que hacia fines de 1978 la política de inversiones hubo de ser limitada para regresar a las subvenciones originales. Luego de unos años 80 inestables, los 90s lograron estabilizar y mejorar el desempeño de la Fundación. La presentación de gráficos con las estructuras de ingresos y gastos en diversos años ayuda al lector a tener una perspectiva comparada y clara de la evolución experimentada en la composición patrimonial.

La inclusión del capítulo cinco representa un acierto en el mejor sentido de la palabra. El autor encargó a la periodista Carmen Solari y a la economista Vanessa Cantoral, la elaboración de lo que denominan ‘vidas transformadas’, es decir, biografías de personas que fueron beneficiadas por la Fundación Ignacia. Se trata de personas que llegaron siendo niñas al Puericultorio Pérez Araníbar y que, con el cuidado de las hermanas de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl y el correr del tiempo, se convirtieron en ciudadanos de bien, profesionales competentes y empresarios exitosos. La galería de personajes es notable: Dionisia Guardia, economista y empresaria ayacuchana; Félix Cuadros productor musical huaralino; Guillermo Urbano empresario limeño; Jorge Zegarra, clavadista profesional limeño; Karen Estrada, profesora en educación especializada en lenguaje y audición; y, Lucy Briones, profesora cesante jaujina. Luego de la lectura de estas breves biografías se hace evidente el papel esencial que jugó la Fundación Ignacia en la transformación de sus vidas.

El libro, en su versión amplia, termina con la inclusión de la lista de 6 anexos que proporcionan un interesante material histórico poco conocido que sirve de base a la narrativa de los cinco capítulos previos. En resumen, nos encontramos frente un valioso trabajo de reconstrucción histórica acerca de Ignacia Francisca Rodulfo, una mujer notable cuyo sentido de la responsabilidad social, anclado en firmes convicciones católicas, ha dejado un legado trascendente en la historia de la filantropía en el Perú.

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