LEGADO EN VIDA: ALCANCE SOCIAL DE LA OBRA DE IGNACIA
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En las últimas décadas de su vida, entre fines del siglo XIX e inicios del XX, doña Ignacia Rodulfo y López Gallo sostuvo intensa actividad de caridad cristiana y compromiso con las personas más necesitadas de Lima, apoyando diversas obras benéficas en favor de niños, mujeres y adultos mayores en situación crítica.
Si bien su labor asistencial a las poblaciones vulnerables fue discreta, pero muy importante, marcó la diferencia con otras acciones similares del catolicismo social vigente en esos años, ya que buscó construir una obra perdurable y trascendental en el tiempo.
Por ejemplo, en su propiedad ubicada en la antigua calle Cocheras de San Sebastián del barrio de Monserrate (tercera cuadra del jirón Chancay del centro de Lima en la actualidad) funcionaba la Gota de Leche del Hospicio de la Recoleta y otras como Ropero Infantil y Cuna Maternal. Dicha finca también acogió a la Sociedad Auxiliadora de la Infancia, de la cual doña Ignacia formaba parte y participaba activamente.
Igualmente, apoyó a la Unión Católica de Señoras y a la Congregación de San Vicente Paul, que organizó la Asociación Pan de los Pobres, así como a otras instituciones religiosas y de laicos que desarrollaron causas sociales similares.
Su gran visión y deseo de la sostenibilidad de su labor social, la llevó a dejar sentada su voluntad en un testamento que suscribió poco tiempo antes de su muerte, el cual es el cimiento sobre el cual descansa hace 100 años la Fundación Ignacia, institución que ha mantenido vivo el espíritu de la fundadora, cumpliendo la labor encomendada.
Este legado en vida no solo estableció las pautas para que sus propiedades sigan generando recursos para apoyar a la población vulnerable beneficiaria, sino que dejó como herencia los valores, creencias y gran religiosidad de la fundadora que han sido mantenidas intactas.
COMPONENTES
A inicios del 2001, la Fundación Ignacia dio un giro en su gestión dándole un moderno enfoque empresarial en busca de la eficiencia del uso de los recursos para mejorar la labor social hacia los beneficiarios. Es así que en los últimos 20 años la ayuda no se limitó al apoyo económico a las instituciones, sino que desarrolló proyectos y programas destinados a elevar la calidad de vida de los niños, mujeres y adultos mayores albergados.
En la actualidad tiene implementado cuatro Componentes: Desarrollo Nutricional, Desarrollo de la Salud, Desarrollo de Capacidades y Desarrollo Socioambiental, que se aplican en forma transversal en todos los centros beneficiarios, cumpliendo eficazmente los deseos de la fundadora.
El compromiso de la Fundación Ignacia ha impulsado la creación de un sistema de monitoreo y evaluación de las subvenciones, permitiendo obtener resultados concretos, como la medición de la valoración nutricional de los beneficiarios.
Además, se está dando atención a los casos de anemia en los menores del Puericultorio Pérez Araníbar, registrándose solo un menor afectado en el 2024. Asimismo, se está brindando atención a los casos de delgadez y sobrepeso en los adultos mayores del Albergue Canevaro y del Asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, contribuyendo no solo a su bienestar físico, sino también al fortalecimiento de sus habilidades sociales.