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PRESENTACIÓN DEL LIBRO IGNACIA RODULFO . Una vida de compromiso y una Institución Centenaria: y la Fundación Ignacia. Fernando Armas Asín.

Muy buenas noches: Señora Pilar Freitas Alvarado, Presidenta de la  Junta de Administración de la Fundación Ignacia,  señores miembros de la Junta Administradora, señoras y señores:

Es para mi un honor haber sido convocada para presentar un libro tan importante y singular, que bajo el título IGNACIA RODULFO . Una vida de compromiso y una Institución Centenaria: y la Fundación Ignacia, nos introduce al conocimiento de la labor social y religiosa que desarrolló Ignacia Rodulfo viuda del general César Canevaro, emparentada con las principales familias de la capital y poseedora de una de las más importantes fortunas entre finales del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX, en la ciudad de Lima  La trascendencia de su obra dio origen a una Fundación  que ha cumplido cien años de existencia y que hoy toma el nombre que le corresponde: Fundación Ignacia.

El autor es el doctor Fernando Armas Asín, cuya trayectoria como historiador de temas religiosos, económicos y sociales, entre los siglos XIX y XX,  es ya bastante larga y fructífera. Nos presenta  el papel que ha jugado la Iglesia Católica  en la atención a los necesitados a través de la obra  de Ignacia Rodulfo, mujer que, como se puede ver en este texto, encarna la verdadera esencia de la caridad cristiana, entendida como expresión de la enseñanza del Redentor cuando dijo “No hay amor más grande que el de aquel que da la vida por sus hermanos”.

¿Qué es lo singular de Ignacia Rodulfo? Para entenderlo debemos trasladarnos a la segunda mitad del siglo XIX, cuando el pensamiento liberal, laicista y anticlerical afectó a todo Occidente y quiso reemplazar a la Iglesia Católica en la labor formativa de las nuevas generaciones en las escuelas y colegios, así como en las obras de asistencia social, para lo cual confiscó parte importante de los bienes que manejaba la Iglesia Católica a través de instituciones educativas, congregaciones religiosas, ayuda hospitalaria y otras obras de bien social, que el Estado pretendió asumir.

La mujer en este tiempo, de acuerdo al Código civil de 1852, tenía limitaciones para disponer de sus bienes, no podía administrar directamente su patrimonio, debía hacerlo a través de un varón de la familia, a pesar de lo cual ya ella estaba despertando y trataba de introducirse en la vida pública tanto intelectual, como de negocios, y más adelante política, pero se le consideraba menor de edad,[1] al igual que a los discapacitados. Este despertar se manifestaba en los salones literarios, de carácter netamente mundano y alejado de las prácticas religiosas, con un sello predominantemente anticlerical e imbuido de expresiones feministas, reivindicativas  de los derechos políticos  y sociales para la mujer.

A este relegamiento de la Iglesia Católica contribuyó en mucho la competencia de otras iglesias cristianas que  fueron autorizadas para abrir instituciones educativas, como fue el caso del colegio que es hoy María Alvarado[2] (Hihgt School). Estas confesiones alentaron la mayor libertad de las mujeres en cuanto a costumbres y libre pensamiento.

Este no fue el caso de Ignacia Rodulfo, como se ve a través de este texto. Ella se desenvolvió en un ambiente conservador, de principios firmes, tanto en materia política, como religiosa. Podríamos señalar que las posturas de las mujeres frente a la religión católica oscilaron entre tres actitudes: la primera fue la de quienes se declaraban librepensadoras como Clorinda Matto de Turner, Trinidad Enríquez, Teresa González de Fanning, Mercedes Cabello de Carbonera; un segundo grupo que, sin dejar de identificarse como católicas, manifestaban cierta frialdad religiosa, sería el caso de Zoila Aurora Cáceres; pero el tercer grupo en el cual ubicamos  a Ignacia Rodulfo y sus amistades  más cercanas mantenían su fidelidad a la ortodoxia Católica, apostólica y romana, y practicaban  la verdadera caridad, como el caso de Isabel Panizo, esposa de Enrique de la Riva-Agüero, ambos católicos practicantes del entorno de Ignacia.

Doña Ignacia no participó del feminismo británico o francés que hizo tanto hincapié en el libre pensamiento y la libertad total de la mujer, al estilo de Flora Tristán desde la primera mitad del siglo XIX. Tuvo si una marcada inclinación a la solución de los problemas sociales, porque vivió los años siguientes a la post guerra con Chile, cuando gran parte de la sociedad peruana sufrió la carestía, la escasez y, en muchos casos, la miseria, de allí que gracias a que gozaba de  bienes heredados de sus padres y de su primer esposo (Francisco Sal y Rosas) consideró una obligación, practicar el amor a los menos favorecidos y atender a las necesidades de su prójimo entre quienes contó tanto  a los más cercanos (familiares y amigos caídos en desgracia) como a los más lejanos, como podían ser quienes vivían en la otra orilla del río Rímac, ya que ambos precisaban dc su apoyo, aunque también dentro de la Lima cuadrada había muchos indigentes.

Hay algo más que distingue a esta dama, a diferencia de otras de su abolengo. Ella no se dejó llevar por el ambiente de frivolidad de los círculos sociales a los cuales pertenecía, porque no gustaba de los alardes de quienes contribuían a aliviar las necesidades de los menesterosos, pero haciendo ostentación de su generosidad. Tuvo también  un concepto de la ayuda social con proyección al futuro, es decir sobrepasó la labor puramente momentánea y asistencialista, para convertirla en un apoyo al desarrollo humano mediante la preparación de las nuevas generaciones en el ámbito laboral, a través de la educación, expresado en su respaldo a establecimientos para huérfanos, sin dejar de lado a los ancianos, a quienes apoyaba hasta su deceso.

El final del siglo XIX y los comienzos del XX nos enfrentan con arduos problemas sociales que son denunciados por el papa León XIII en su encíclica Rerum Novarum, en la que trata de salvar la dignidad del trabajador alentando a los católicos a tomar conciencia de la situación y del papel que debía tener la Iglesia para mejorar la calidad de vida de los más necesitados. Cuestiona por igual al comunismo y al capitalismo para los cuales el trabajador pierde su valor como persona.

A raíz de los ataques a la Iglesia católica, en el Perú se realizó el primer congreso Católico, donde uno de los temas fue el social. La presencia de lo que empezaría a considerarse como la Doctrina Social de la Iglesia fue tratada en los círculos católicos más activos y debe haber hecho reflexionar a Ignacia Rodulfo sobre la urgencia de emprender una obra perdurable que realmente aliviase la vida de los desheredados.

Podemos decir que el establecimiento de una Fundación que manejase sus bienes de acuerdo a su voluntad de servicio a la sociedad fue el medio más adecuado para impedir que los fines de su legado pudieran distorsionarse, ya sea por intervención del Estado o de intereses particulares alejados de su espíritu de ayuda a los más vulnerables y a la Iglesia.

Las fundaciones llegaron a tener un estatus legal solo a partir del nuevo Código Civil de 1936, en el cual, como se ha señalado, se incluyeron también los derechos de la mujer para disponer libremente de su peculio. Así nació la Fundación Canevaro, hoy Fundación Ignacia que no solo se ha encargado de dar cumplimiento al testamento de esta benefactora, sino que  ha alcanzado su primer centenario de vida fructífera y puesto en práctica los anhelos de ayuda al prójimo y a la Iglesia encarnada en la Compañía de Jesús y la Iglesia de San Pedro,  al asumir los ideales de San Ignacio de ser soldados del Papa..

Doña Ignacia no fue una mística ni una intelectual, tampoco una lideresa política, fue si una mujer luchadora por sus ideales para mejorar la sociedad y, en especial a  los grupos más débiles: niños, ancianos, mujeres y quiso que la labor que ella inició fuera continuada por hombres y mujeres comprometidos con la Iglesia, de allí sus directivas para la conformación de la Junta que manejaría su legado. Buscó evitar la presencia de intereses políticos, para lo cual era necesario que accedieran a la Presidencia de la fundación personas probas, de sensibilidad social y religiosa y visión para los negocios.

Como se subraya en el texto, a través de un minucioso análisis de la estructura de la Junta que manejaría el patrimonio señalado en el testamento, la Directiva debería hacer rentables los bienes encomendados que comprendían tanto propiedades rústicas, como urbanas, asimismo las acciones mineras y demás pertenencias, incluidos muebles, joyas y otros objetos de valor, tarea nada sencilla dadas las distintas crisis nacionales y mundiales que se afrontaron durante todo el siglo XX.

En las directivas dejadas por Ignacia Rodulfo para asegurar la idoneidad de quienes presidirían la Junta se diseñó  el perfil de los elegidos que deberían ser de probidad acreditada, creyentes, con visión de hombres de negocios, que marchasen de acuerdo a los tiempos y que tuvieran fe en la labor que se les encomendaba.

La mirada histórica que trae este relato destaca como quienes han manejado la Fundación durante todo este siglo han realizado una obra continua que logró salvar crisis como la de 1929-1932, sobreponerse a la segunda guerra mundial, a la crisis de los años ochenta y llegar al siglo XXI en capacidad de ampliar la cobertura de instituciones a las cuales asignaban ayudas, permanentes unas veces y otras eventuales, tanto a instituciones, como a particulares venidos a menos, según los casos.

También cabe destacar que, a diferencia de otras instituciones, son muy escasas las circunstancias en las cuales se han presentad malos manejos incorrectos, dado el permanente auto control a través de auditorías internas. Encontramos en el funcionamiento de la institución una mística en el compromiso de los directivos tanto en el respeto de la voluntad  de la fundadora, cuanto en la identificación del presidente y en los miembros de la directiva, con los objetivos establecidos desde el inicio de la institución.

Consideramos importante subrayar como la mística desarrollada en la Fundación fue el motor que hizo posible la supervivencia y el crecimiento de la institución, así como la visión financiera para las inversiones y la elección de las asesorías para el éxito en el manejo de las diferentes negocios con los cuales pudieron aumentar sus capitales y extender las ayudas a las instituciones con las cuales han comprometido la asistencia no solo con asignaciones mensuales o anuales, sino en la mejora  permanente de la calidad de vida de los internos incluyendo alimentación, salud y demás necesidades., 

Otro aspecto que nos resalta el texto es el seguimiento del destino de las ayudas, tanto para que no desviasen de sus objetivos, cuanto para cubrir las mayores necesidades que pudieran estar sufriendo los beneficiados.

No quiero alargar más esta exposición, porque habría mucho que decir. Termino esta presentación  haciendo un reconocimiento a la fidelidad de quienes han manejado y manejan la fundación a  los propósitos de doña Ignacia. Y, algo más, los directivos, a través del movimiento financiera de estos bienes, han sido capaces de responder a los nuevos retos que se presentan en el mundo de hoy, sin desviarse de la importancia que tiene la Doctrina Social de la Iglesia en busca de una sociedad mejor.

El mejor testimonio de los logros alcanzados por la Fundación se reflejan en lo expresado por algunos de los beneficiados con la ayuda que han recibido, algunos desde la niñez hasta su inserción en el mundo laboral, por todo lo cual felicitamos y agradecemos los cien años de vida de la Fundación Ignacia y gracias también a sus directivos y al autor de la obra que nos introduce detalladamente en la historia de Ignacia y la Fundación.

Lima, 19 de marzo de 2025.

MGM


[1] Fueron arduas las discusiones en la comisión para la preparación del nuevo Código Civil, aprobado en 1936, según el cual ya la mujer deja de estar bajo la patria potestad de los varones y puede manejar su bienes sin el consentimiento de un tutor. Ya en la Constitución  de 1933 se le había dado el voto para las elecciones Municipales, aunque no fueron convocadas  hasta los años sesenta.
[2] María Alvarado fue una activista del feminismo a comienzos del siglo XX en el Perú  y librepensador.

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DOÑA IGNACIA, PIONERA DEL EMPODERAMIENTO DE LA MUJER EN EL PERÚ

Ignacia Rodulfo y López Gallo no solo se distinguió por practicar intensamente la caridad cristiana, brindar ayuda social a los más necesitados y visionariamente crear una institución (que luego sería la Fundación Ignacia) para preservar su obra en el tiempo, sino que su vida fue un ejemplo del empoderamiento de la mujer entre fines del siglo XIX e inicios del XX, época en que se desarrolló una intensa actividad feministas en el mundo en defensa de los derechos de la mujer. 

Es por ello que, con ocasión de conmemorarse este sábado 8 de marzo el Día Internacional de la Mujer, la Fundación Ignacia destaca el papel de Doña Ignacia en la reivindicación de los derechos de la mujer en el Perú y su activa participación en las diferentes organizaciones lideradas por mujeres, dedicadas a realizar obras sociales, las que sumaron esfuerzos para atender a la población vulnerable de la Lima devastada tras la Guerra del Pacífico. 

En aquella época, la mujer estaba invisibilizada y se dedicaba solo a las labores del hogar, a procrear y cuidar a los hijos. Era el “Ángel del hogar” por su figura tierna y dulce, y dependía del padre o del esposo. No podía tomar decisiones, realizar compras, firmar contratos, ni siquiera vender sus propiedades adquiridas por herencia.

 UNA MUJER EMPODERADA 

Pero Doña Ignacia rompió los patrones del modelo de mujer en aquellos años. La ayuda social que brindó la hizo en forma discreta sin mayor figuración pública; fue una determinación de ella. También, tomó sus propias decisiones en la gestión de su patrimonio. Por ejemplo, incrementó sus propiedades comprando la hacienda San Juan y mandando a construir su casa entre la calle Washington y Paseo Colón, ambas administradas ahora por la Fundación Ignacia.

 Ella no solo preservó su fortuna, sino que la incrementó gracias a la gestión que llevó a cabo. Cabe mencionar que los recursos económicos de doña Ignacia eran destinados a la ayuda social que brindaba, especialmente a niños y niñas con problemas de audición y ceguera, mujeres vulnerables y adultos mayores enfermos o en abandono. 

A fines del siglo XIX e inicios del XX, en el Perú también surgieron grupos femeninos que exigían la igualdad de oportunidades y el respeto por los derechos de la mujer. Doña Ignacia apoyó algunos, como la Unión Católica de Señora, creada en 1888, la misma que -además de desarrollar obras sociales vinculadas a la labor misionera- participó en las polémicas por las leyes del matrimonio de no católicos (1897) y la tolerancia religiosa (1913-1915). Una de las hermanas de Ignacia fue parte de la directiva.

 Siempre estuvo vinculada a la labor de asistencia y caridad de las congregaciones de religiosas que, en aquellos años, empezaron a llegar al país, como las Hijas de la Caridad, del Sagrado Corazón, hermanitas de los Ancianos Desamparados. También apoyó a mujeres católicas que hacían obra social, como Juana Alarco de Dammert y su Sociedad Auxiliadora de la Infancia, que creó una escuela para niños de bajos recursos.

 

Por estos motivos es que la vida de doña Ignacia es de gran relevancia en la historia de la reivindicación de los derechos de la mujer en el Perú y la igualdad de oportunidades. Se le podría considerar como pionera en su tiempo ya que su ejemplo de vida y obra fue seguido por muchas mujeres de aquella época, quienes empezaron a darle otro sentido al papel de la mujer en el hogar, en el trabajo, así como en el desarrollo y conducción del país.

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DOÑA IGNACIA, PIONERA DEL EMPODERAMIENTO DE LA MUJER EN EL PERÚ

Ignacia Rodulfo y López Gallo no solo se distinguió por practicar intensamente la caridad cristiana, brindar ayuda social a los más necesitados y visionariamente crear una institución (que luego sería la Fundación Ignacia) para preservar su obra en el tiempo, sino que su vida fue un ejemplo del empoderamiento de la mujer entre fines del siglo XIX e inicios del XX, época en que se desarrolló una intensa actividad feministas en el mundo en defensa de los derechos de la mujer. 

Es por ello que, con ocasión de conmemorarse este sábado 8 de marzo el Día Internacional de la Mujer, la Fundación Ignacia destaca el papel de Doña Ignacia en la reivindicación de los derechos de la mujer en el Perú y su activa participación en las diferentes organizaciones lideradas por mujeres, dedicadas a realizar obras sociales, las que sumaron esfuerzos para atender a la población vulnerable de la Lima devastada tras la Guerra del Pacífico. 

En aquella época, la mujer estaba invisibilizada y se dedicaba solo a las labores del hogar, a procrear y cuidar a los hijos. Era el “Ángel del hogar” por su figura tierna y dulce, y dependía del padre o del esposo. No podía tomar decisiones, realizar compras, firmar contratos, ni siquiera vender sus propiedades adquiridas por herencia.

 UNA MUJER EMPODERADA 

Pero Doña Ignacia rompió los patrones del modelo de mujer en aquellos años. La ayuda social que brindó la hizo en forma discreta sin mayor figuración pública; fue una determinación de ella. También, tomó sus propias decisiones en la gestión de su patrimonio. Por ejemplo, incrementó sus propiedades comprando la hacienda San Juan y mandando a construir su casa entre la calle Washington y Paseo Colón, ambas administradas ahora por la Fundación Ignacia.

 Ella no solo preservó su fortuna, sino que la incrementó gracias a la gestión que llevó a cabo. Cabe mencionar que los recursos económicos de doña Ignacia eran destinados a la ayuda social que brindaba, especialmente a niños y niñas con problemas de audición y ceguera, mujeres vulnerables y adultos mayores enfermos o en abandono. 

A fines del siglo XIX e inicios del XX, en el Perú también surgieron grupos femeninos que exigían la igualdad de oportunidades y el respeto por los derechos de la mujer. Doña Ignacia apoyó algunos, como la Unión Católica de Señora, creada en 1888, la misma que -además de desarrollar obras sociales vinculadas a la labor misionera- participó en las polémicas por las leyes del matrimonio de no católicos (1897) y la tolerancia religiosa (1913-1915). Una de las hermanas de Ignacia fue parte de la directiva.

 Siempre estuvo vinculada a la labor de asistencia y caridad de las congregaciones de religiosas que, en aquellos años, empezaron a llegar al país, como las Hijas de la Caridad, del Sagrado Corazón, hermanitas de los Ancianos Desamparados. También apoyó a mujeres católicas que hacían obra social, como Juana Alarco de Dammert y su Sociedad Auxiliadora de la Infancia, que creó una escuela para niños de bajos recursos.

 

Por estos motivos es que la vida de doña Ignacia es de gran relevancia en la historia de la reivindicación de los derechos de la mujer en el Perú y la igualdad de oportunidades. Se le podría considerar como pionera en su tiempo ya que su ejemplo de vida y obra fue seguido por muchas mujeres de aquella época, quienes empezaron a darle otro sentido al papel de la mujer en el hogar, en el trabajo, así como en el desarrollo y conducción del país.

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TALLER DE VERANO 2025 EN EL PUERICULTORIO PÉREZ ARANÍBAR: FORTALECIENDO EL CUERPO Y EL ESPÍRITU

Toda la población del Puericultorio Pérez Araníbar (PPA), conformada por más de 140 niños, niñas y adolescentes en estado de vulnerabilidad social y abandono, cuyas edades oscilan entre los tres y 18 años, participaron activamente y con gran entusiasmo en el Taller de Verano 2025 que organizó dicha institución con el apoyo de la Fundación Ignacia. 

Dichas actividades, iniciadas el 6 de enero pasado, llegaron a su fin el viernes 28 de febrero cumpliendo con los objetivos trazados que buscaban contribuir con el desarrollo social y físico de los albergados, así como fomentar la actividad física, autoestima y habilidades sociales. 

En esta oportunidad la novedad fue la clase de surf que recibieron 50 niños y niñas entre 6 y 17 años, en la playa Las Sombrillas de Barranco. Esta actividad, realizada en un entorno controlado y seguro, no solo les permitió disfrutar la playa y el mar, y aprender técnicas básicas de este deporte acuático, sino que les ayudó a desarrollar sus habilidades físicas y mentales, fortaleciendo su confianza y autoestima, así como la mejora de su concentración y equilibrio. 

OTROS TALLERES 

Además de la realización del taller de deportes (fútbol y natación), los menores también participaron en el taller de baile (danza moderna y folclor), taller integral para infantes (pintura, dibujo, expresión corporal, música y cuentos), y taller de psicomotriz ojo-mano-pie para infantes. Con esta última actividad, en la que participaron 30 niños y niñas pequeños, se buscó promover su coordinación ojo-mano-pie para apoyar su desarrollo físico, cognitivo y del movimiento corporal. También hubo talleres de terapia de lenguaje y robótica. 

APOYO FUNDAMENTAL 

La directora del PPA, Andrea Harman, afirmó que el apoyo de la Fundación Ignacia es fundamental y siempre está presta a ayudar a este hogar de menores para contribuir al bienestar de los niños. “Sin el apoyo de la Fundación sería un reto para nosotros poder concretar esta variedad de actividades a favor de nuestros niños, niñas y adolescentes”, aseguró. 

Explicó que las actividades realizadas con los infantes buscan apuntalar los avances y logros del año escolar, así como apoyar su desarrollo físico, cognitivo y del movimiento corporal, que es muy importante en la primera infancia. “Ayudan también a incrementar su autoestima, ya que todos los años tienen la ilusión de mostrar lo que han aprendido y logrado en estos dos meses, en las diferentes presentaciones de clausura”, añadió. 

Comentó que los niños ya tienen la expectativa de tener estas actividades durante el verano, lo que contribuye también a que se puedan mantener en actividad, fortaleciendo sus habilidades para socialización entre pares.

 

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