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CENTENARIO DEL FALLECIMIENTO DE DOÑA IGNACIA

Hoy conmemoramos cien años del tránsito a la eternidad de nuestra fundadora, doña Ignacia Rodufo y López Gallo, una mujer extraordinaria, cuya visión y generosidad sentaron las bases de la institución a la que dedicamos nuestro esfuerzo diario.

No es una fecha cualquiera, es el centenario de su fallecimiento, es un siglo desde que partió, pero también un siglo de vida para la obra que ella, con lúcida previsión y un corazón inmenso, decidió legar a la sociedad peruana.

Doña Ignacia Rodulfo fue una mujer de profunda religiosidad y firmes principios, criada en un ambiente familiar de compromiso social que se nutrió de la renovación católica de su tiempo. Vivió los vaivenes del Perú desde mediados del siglo XIX hasta inicios del XX, una época de profundas transformaciones, tensiones y también de hondas brechas sociales y crecimiento de la población vulnerable.

En ese contexto, donde el pensamiento liberal y a menudo anticlerical buscaba desplazar a la Iglesia de sus roles tradicionales en educación y asistencia, y donde las mujeres enfrentaban significativas limitaciones sociales y legales, la figura de Ignacia Rodulfo brilla con una luz singular.

No siguió las corrientes de la época que enfatizaban el libre pensamiento alejado de las prácticas religiosas; ella permaneció fiel a la ortodoxia católica. Pero su fe no era una práctica pasiva o meramente ritualista; era la encarnación de la verdadera esencia de la caridad cristiana, esa que el Redentor definió como el amor más grande, el de dar la vida por los hermanos.

En un tiempo donde la filantropía existía, su acto fue de gran magnitud y una muestra sublime de su sentido de responsabilidad social, anclada en su fe inquebrantable. Además, su caridad no era ostentosa ni frívola; era discreta, práctica y, fundamentalmente, con una visión de futuro.

No se limitó a la ayuda momentánea o asistencialista. Vio la necesidad de ir más allá, de sembrar para el desarrollo humano, enfocándose en la educación y la preparación laboral de las nuevas generaciones –especialmente huérfanos–, sin olvidar el apoyo esencial a los ancianos hasta el final de sus días. Esta mirada a largo plazo, este compromiso con el desarrollo integral de la persona, es una de las marcas indelebles de su legado.

Doña Ignacia comprendió la urgencia de una obra perdurable y tomó una decisión trascendental: instituir un testamento que daría origen a una fundación. El 9 de abril de 1925, un día antes de su partida a Europa, plasmó su voluntad, concibiendo una estructura que, desde el inicio, buscaba asegurar la sostenibilidad de su legado, impidiendo su dispersión o rapiña y garantizando que sus bienes generaran rentas para servir a los más vulnerables.

Así nació, en 1925, la institución que hoy orgullosamente lleva su nombre, la Fundación Ignacia. La tarea no ha sido fácil. La Fundación ha enfrentado innumerables desafíos: normativa injerencista, cuestiones directas con el Estado, como expropiaciones, invasiones de terrenos y las convulsiones propias de la dinámica política, económica y social del Perú y del mundo a lo largo del siglo XX, incluyendo crisis como la de 1929-1932, la Segunda Guerra Mundial o la crisis de los años ochenta.

Sin embargo, la Fundación Ignacia se ha mantenido firme porque en su esencia llevaba la fuerza de la voluntad fundadora y la prudencia con la que doña Ignacia diseñó su legado. Buscó evitar intereses políticos, requiriendo que quienes presidieran y conformaran la Junta fueran personas de probidad acreditada, creyentes, con sensibilidad social y religiosa, pero también con una clara visión de manejo económico que permitiera hacer rentables los bienes legados.

Esta combinación de mística de servicio, identificación profunda con los objetivos originales y una gestión financiera sólida ha sido el motor que permitió a la Fundación no solo sobrevivir a las crisis, sino crecer y adaptar su apoyo a las necesidades cambiantes.

El permanente autocontrol y el compromiso ético de sus directivos a lo largo del tiempo han sido fundamentales para su resiliencia y para mantener el rumbo trazado por doña Ignacia, evitando malos manejos.

El legado de doña Ignacia vive hoy en la misión que la Fundación lleva adelante. El apoyo brindado a las instituciones beneficiarias se ha extendido más allá de las asignaciones monetarias, buscando la mejora permanente de la calidad de vida de poblaciones vulnerables atendidas, incluyendo alimentación, salud y demás necesidades, demostrando esa visión de desarrollo humano que tenía la fundadora.

Hoy, al cumplirse cien años del fallecimiento de doña Ignacia Rodulfo, no solo miramos atrás con gratitud y admiración por su figura y su acto de filantropía singular. Celebramos también un siglo de vida fructífera de la Fundación Ignacia, un testimonio vivo de que la caridad verdadera, acompañada de una visión clara y una gestión comprometida, puede trascender el tiempo y las adversidades.

Que el espíritu de doña Ignacia Rodulfo nos siga inspirando y guiando por muchos años más. Gracias

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ENTREGAN “PREMIO IGNACIA” EN CEREMONIA POR CENTENARIO DE TESTAMENTO DE DOÑA IGNACIA

Durante las actividades organizadas para conmemorar los 100 años del testamento de doña Ignacia Rodulfo y López Gallo Vda. de Canevaro, se entregó el “Premio Ignacia” a cinco personalidades, dos de ellos póstumamente, en reconocimiento a la dedicación, esfuerzo y legado de quienes han trabajado incansablemente por el desarrollo de las personas, la caridad cristiana y la asistencia a los más necesitados.

La entrega la realizó la Fundación Ignacia en una ceremonia llevada a cabo en la antigua Casa Hacienda San Juan Grande, uno de los más relevantes bienes legados de doña Ignacia por su valor histórico y religioso. Previamente, se celebró una misa solemne oficiada en la Iglesia de este Monumento Histórico de la Nación, ubicado en el distrito de Santiago de Surco.

El primero en recibir el galardón fue el alcalde de la Municipalidad de Santiago de Surco, Carlos Bruce Montes de Oca, en reconocimiento a su trascendente contribución a los fines de la fundación, a través de la suscripción de un convenio con nuestra institución para la restauración del histórico inmueble, respetando su historia y naturaleza privada, asegurando su preservación y sostenibilidad en el tiempo, así como su rentabilidad para contribuir en las obras de bien de la institución.

Asimismo, se entregó el “Premio Ignacia” al Dr. Juan Carlos Valderrama Adriansén por su invaluable contribución a la institucionalidad de la Fundación Ignacia, destacando su trayectoria personal y profesional, siendo un defensor indoblegable de la autonomía y el carácter privado de la organización. “Su conocimiento y convicciones jurídicas y religiosas, enriquecieron la memoria histórica de la institución y contribuyeron eficazmente al cumplimiento de los objetivos fundacionales”, se destacó al entregarle el reconocimiento.

La Junta de Administración de la fundación también otorgó este galardón al Dr. Fernando Vidal Ramírez, en reconocimiento a su inquebrantable compromiso con la voluntad testamentaria de nuestra fundadora, ejerciendo la defensa de la fundación personalmente con verdadera convicción y compromiso ante autoridades y diversos foros.

PREMIOS PÓSTUMOS

En forma póstuma se entregó el “Premio Ignacia”, al jurista Manuel Augusto Olaechea, por su invaluable labor como abogado y albacea de doña Ignacia, instituyéndose la Fundación Ignacia con su intervención en 1925. Gracias a su visión, la voluntad de doña Ignacia perduró a lo largo de un siglo. La distinción fue recibida por el Dr. José Antonio Olaechea, Managing Partner del también centenario Estudio Olaechea.

De igual forma, se concedió este premio, póstumamente, a los hijos del Dr. Álvaro Chocano Marina por su destacada excelencia en el trabajo, su honestidad y transparencia inquebrantables, que constituyen un ejemplo a seguir. También se valoró su espíritu de desprendimiento, compromiso con la misión de la fundación y su dedicación ejemplar.

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AÑO DEL CENTENARIO DE LA FUNDACIÓN IGNACIA

Este año 2025, la Fundación Ignacia cumple su centenario de existencia. Es una de las más importantes y antiguas instituciones de asistencia a las poblaciones más vulnerables del país, la misma que hace 100 años viene brindando ayuda social a niños y adultos mayores en situación de riesgo, de acuerdo a la voluntad de su fundadora, doña Ignacia Rodulfo y López Gallo, plasmada en su testamento suscrito en 1925.

Doña Ignacia, una ilustre mujer limeña de gran vocación humanitaria, practicó la caridad cristiana desde mucho antes de su muerte de una manera discreta, pero muy efectiva. Para mantener la continuidad de su obra, dejó un testamento disponiendo la formación de una Junta, conformada por notables de la época con sentimientos humanitarios. Su instalación, en octubre de 1925, marcó el origen de la Fundación.

Desde el inicio tuvo la tarea de distribuir adecuadamente las rentas del patrimonio que dejó la fundadora y ha sabido sostenerse en el tiempo, construyendo una obra perdurable y trascendental, pese a las amenazas y desafíos que se presentaron a lo largo de sus 100 años, como la urbanización acelerada, las crisis económicas e inestabilidades políticas.

En las últimas décadas, la Fundación ha reestructurado su patrimonio, buscando una alta valoración y rentabilidad del mismo, y ha efectuados cambios en su gestión -acordes a la modernidad- permitiendo su mayor eficiencia en el tiempo a través del desarrollo de programas sociales y de caridad en las instituciones beneficiarias, buscando dar una mejor calidad de vida a niños, adolescentes y adultos mayores en situación de abandono o vulnerabilidad.

Las instituciones beneficiarias son: el Puericultorio Pérez Araníbar, Hogar Ignacia Rodulfo Vda. de Canevaro, Asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados (sedes Lima y Callao), CEBE Nº 07 “La Inmaculada”, CEBE Nº 09 “San Francisco de Asís”, Hogar de la Congregación Misioneras de la Caridad (sedes Lima y Cuzco), Iglesia San Pedro, Instituto de Ciencias Neurológicas – ex Hospicio de Incurables.

ACTIVIDADES

Con ocasión de centenario, la Fundación Ignacia ha organizado una serie de actividades conmemorativas que se desarrollarán durante el año jubilar, entre ellas la presentación del libro “Ignacia Rodulfo y la Fundación Ignacia. Una vida de compromiso y una institución centenaria”, así como una obra teatral sobre la vida y obra de la fundadora, además de otras actividades culturales y religiosas.

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PRESENTAN EN VIVO VIDA Y OBRA CARITATIVA DE DOÑA IGNACIA EN INSTITUCIONES BENEFICIARIAS

Los servidores de la Fundación Ignacia hicieron un alto a sus labores cotidianas y sacaron a relucir sus dotes artísticas para escenificar en vivo la vida y obra caritativa y de asistencia a poblaciones vulnerables por parte de doña Ignacia Rodulfo y López Gallo, así como la creación de la fundación hace casi 100 años, historias que fueron mostradas a los niños vulnerables con discapacidad auditiva y visual de los CEBE N°07 “La Inmaculada y N°09 “San Francisco de Asís”, en Barranco y Surco, respectivamente.  

Estas obras, expuestas en formato de cuento, tuvieron el añadido que se utilizó un lenguaje visual y verbalizado especial para que puedan entender los menores, quienes participaron y mostraron su alegría y felicidad al ver o escuchar las presentaciones.

“La caridad y obra de doña Ignacia” fue uno de los cuentos en el que se mostró su caridad cristiana y labor de compromiso con las personas necesitadas de Lima hace más de un siglo, ayudando a la Unión Católica de Señoras, la Gota de Leche del Hospicio de la Recoleta, la Asociación Pan de los Pobres, la Sociedad Auxiliadora de la Infancia y otras que podríamos llamar programas sociales de la época.

Resaltaron que el mayor legado de doña Ignacia fue dejar un testamento en el que dispuso que todos sus bienes y fortuna debían servir para seguir ayudando a las personas necesitadas, o sea, continuar con sus obras realizadas en vida, voluntad que está siendo cumplida desde hace casi 100 años por la Fundación Ignacia.

Otra historia presentada por los colaboradores de la fundación fue “El testamento de doña Ignacia”, en la cual se representó la suscripción del documento con la última voluntad de la insigne dama limeña, en 1925, donde se precisa que sus bienes no sean vendidos y que, con la renta que generen, se prosiga con sus obras de piedad y beneficencia, ayudando a los niños y ancianos desvalidos.

Para garantizar la continuidad de su obra dispuso la formación de una comisión de notables con sentimientos humanitarios, que fue el origen de la Fundación Ignacia que, por casi un siglo, ha mantenido el deseo de la fundadora. Estas obras de caridad cristiana se han sostenido en el tiempo y siguen vigentes en la actualidad con la asistencia permanente de alimentos, programas de salud e inversión en infraestructura a ocho instituciones beneficiarias.

OTRAS PRESENTACIONES

Asimismo, los servidores de la fundación realizaron una exposición sobre la vida de doña Ignacia y su obra a los ancianos del Albergue Central Ignacia R. Vda. de Canevaro, en el Rímac, así como una referencia del mismo tema en el Asilo Hermanitas de los Ancianos Desamparados, en Breña.

Estas presentaciones fueron realizadas con motivo de los 99 años de creación de la Fundación Ignacia y el inicio del año jubilar, camino al centenario de nuestra institución a celebrarse en octubre del 2025.

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